Les voy a dejar con un artículo escrito por Fina Sánchez de la revista Vidaestética, la cual podéis encontrar siempre actualizada en el local ,y está sobretodo dedicada a los profesionales de este servicio. Me ha parecido muy bueno y además es llevadero y nada pesado. Contiene muchos aspectos que, como bien saben nuestros clientes/as del Centro de Estética Silvia, dispone para ofrecer lo necesario para realizar nuestro trabajo. Espero que os guste y empezad con alegría esta nueva semana que llega…Saludos!!!
La depilación en las cabinas de estética…¿Placer o tortura?
En pocos años, la depilación se ha convertido en una ¨necesidad¨ para casi todo el mundo. Sólo tenemos que mirar la edad a la que muchas jovencitas (y jovencitos) se inician en esta actividad tan poco placentera pero tan necesaria para mantener los patrones estéticos más o menos impuestos por los arquetipos sociales del momento.
Esto significa que le colectivo de personas que se depilan ya no son el reducido número de socios de un club selecto y que depilarse no es ¨cosa de mujeres¨. Ahora es la práctica totalidad de la sociedad, tanto masculina como femenina, la que utiliza este servicio estético. Además, se trata de un servicio que se debe realizar con cierta frecuencia, lo cual requiere de frecuentes visitas al centro de estética.
La profesional cuenta hoy en día con muchas formas y familias para realizar el servicio de la depilación: la cera, depilación con hilo, pinzas, depilatorios químicos, la fotodepilación, etc. Cada una de ellas presenta, al mismo tiempo, subfamilias y tecnologías cada vez más especializadas. Casi todas tienen como factor común el dolor. Y es que el acto de arrancar el vello no resulta agradable en ningún caso. Este dolor podría reducirse si la esteticista dispusiese de más tiempo para realizar el tratamiento. No sólo dejaría mejor acabado su trabajo, sino que podría dedicar unos minutos a la relajación de la persona. Pero la excesiva competencia en este segmento de la estética hace que el precio de venta de este servicio esté a niveles que, muchas veces, rozan el precio de coste. En estas circunstancias, la esteticista sólo puede ofrecer el tiempo estrictamente necesario para realizar su trabajo y poco más.
Sin embargo:
1. La depilación es un servicio estético cuya demanda no para de crecer por parte de ambos sexos.
2. La depilación resulta desagradable en casi todos los casos.
3. La depilación es un servicio previsiblemente seguro, cíclico y regular que obliga a nuestro cliente o clienta a permaneces en nuestro salón durante unos minutos cada tres o cuatro semanas.
Si miramos bien estos tres puntos, podemos ver que donde se debe hacer hincapié es en lograr que un servicio con poco margen económico y desagradable de ejecutar resulte rentable y agradable.
El primer reto a conseguir es que la persona venga a depilarse a nuestro salón lo haga pensando en que va a pasar un buen rato con nosotras porque, desde que entre a nuestra cabina hasta que salga después de hacerse realizado su depilación, se habrá sentido maravillosamente bien. Pero, para que esto sea posible, se debe de tener un poco mas de tiempo.
Para combatir el dolor, nuestro cuerpo tiene sus propios recursos. Unas glándulas situadas en el cerebro segregan endorfinas, que se encargan de combatirlo. Estas sustancias son muy potentes, mucho más que ciertos derivados opiáceos, como la morfina. No en vano, se las conoce como las hormonas de la felicidad. Hay más de veinte clases y todas ellas tienen como finalidad producir placer y reducir dolor. Una de las formas de excitar la producción de estas hormonas es mediante el masaje, las caricias, y en general, el contacto físico con otro ser humano. Esto es importante porque, si aplicamos unos minutos de masaje antes, en seco, y después de la depilación, con l producto adecuado, podemos conseguir que el nivel de serotonia, oxitocina, etc. de nuestra clienta o cliente se eleven, bajando así su sensibilidad al dolor. Sobre todo, lograremos que la última sensación que experimente en la sesión depilatoria sea de placer.
Un sencillo masaje en los pies y en toda la pierna no nos llevará más de unos pocos minutos y, sin embargo, puede resultar un placer extraordinario para la persona que ha ¨sufrido¨ los rigores de la depilación. Con un producto especial eliminaremos, además, esos restos que a veces se dejan por las prisas y por un producto inadecuado.
Si la persona está nerviosa, tiene frío o simplemente está estresada porque depilarse le fastidia, un masaje previo en la zona, en seco, hará el pequeño milagro y bajará el umbral del dolor. Incluso después de retirar el bello, la esteticista con colocar su mano sobre la zona tratada unos segundos, origina también un alivio para le/el paciente.
Con estos pequeños pero importante cambios en el servicio de la depilación se recupera a esa clienta que se ha perdido por problemas de tiempo. De esta forma, crecerá la fidelidad de nuevo y la clienta acudirá a nuestros centros. Si el dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional y ése es nuestro pequeño secreto: proporcionar un ratito de felicidad para compensar el sufrimiento que supone depilarse cada tres o cuatros semanas.
Otro aspecto importante del momento en que la clienta está en nuestro centro de estética es la cabina donde se trabaja. Habría que analizar detenidamente la razón por la cual en la mayoría de salones de estética en que se realizan depilaciones la zona destinada a esta función casi nunca es la más glamurosa ni la que más espacio tiene.
Y no hablemos de cómo se decora este espacio. Importante disponer de una iluminación generosa en la cabina. Sin que ésta sea estresante para la vista de la gente. Y si a todo ello se le añade un ¨toque musical¨ adecuado y una aromatización que neutralice los posibles olores desagradables de algunas ceras, se habrá conseguido crear ese ¨algo diferente¨ que nos hará especiales.
Todo esto, sin olvidar ese completo menú que las firmas comerciales nos ofrecen magistralmente con ceras exquisitas para trabajar por su calidad, sus resultados y sus aromas, dejando un acabado impecable y una piel completamente restaurada.